Necesito que el título suene como el de un cuento fantástico. Aunque este cuento que os voy a relatar es real. Quiero que suene así porque en España conseguir algo parecido sería pura ficción y prefiero relatar lo ocurrido en Whistler como si de una fantasía se tratara, al menos de momento.
Todo empezó 25 años atrás, cuando el movimiento de las bicis de montaña comenzaron a rodar fuerte por las montañas del North Shore (montañas del norte de Vancouver). Allí nació una moda juvenil, desenfadada, de movimiento vibrante y ecléctico, que se basaba en disfrutar del entorno natural de sus montañas con las bicicletas de montaña de una manera divertida. Reunía una serie de condiciones que lo hacían ser un deporte único y genuino. En esencia, muy parecido al ski, al snowboard, a la escalada o al surf. Un deporte muy ligado a la naturaleza y con un fondo noble y espiritual. Los que empezaron el mountain bike practicaban algunos de estos otros deportes. Y esta es la parte que en España ha fallado de manera estrepitosa. En Vancouver nunca se les vio a estos deportistas como enemigos de la montaña, sino más bien todo lo contrario, gente joven que practicaba un deporte sano y espectacular por un entorno fabuloso ¿Quién en su sano juicio no querría practicar este deporte? ¿Que padre preferiría que sus hijos hicieran otra cosa? Poco a poco se iban construyendo sus caminos por todo el valle que conecta Vancouver con Whistler; Grouce Mountain, Capilano, Squamish, Garibaldi, Whistler y Pemberton, conocido como el corredor «Sea to Sky» y a pocos kilómetros de la ciudad de Vancouver. Todo crecía demasiado rápido, un poco desordenado, senderos muy divertidos pero construidos con deficiencias por falta de materiales, visión técnica, permisos, etc,..
Así empezaron los problemas con autoridades y distintos usuarios del monte, por eso en 1989 Garibaldi Park Management decretó la prohibición de todo uso de la bicicleta de montaña en su reserva. Esta fue la razón por la que se fundó WORCA (Whistler Off Road Cycling Association), un grupo de apasionados del deporte y vecinos de la comunidad que decidieron luchar por sus derechos y empezaron a ordenar, mantener y legalizar todos los senderos del corredor Sea to Sky. Esta asociación con más de 1.800 socios en la actualidad es responsable del crecimiento exponencial del sector de la bici de montaña en todo el mundo, pero particularmente, ha conseguido encumbrar a su comunidad como líder mundial de constructores de senderos específicos para la bici de montaña y liderar el turismo de verano en su país. Ellos son los héroes de este cuento, pero como todos los héroes, tienen también importantes aliados que les echan una mano en momentos difíciles, y fue el RMOW (ayuntamiento de Whistler) los que les ayudaron en los inicios a conseguir sus primeros logros. Algo que aquí en España suena a chiste. ¿Que los que ayudaron a crear esta comunidad basada en el Freestyle y el descenso fueron del ayuntamiento? ¿Políticos? ¿Concejales? Si. Si a todo.
La comunidad y el ayuntamiento vieron con sus propios ojos los beneficios de este magnífico deporte y de la mano, se unieron para crear el mayor y mejor sistema de senderos de todos los niveles y para todos los públicos del mundo. Al principio contratando a un solo trabajador para mantener y mejorar lo que hacían los voluntarios. Empezaron con las zonas más cercanas a la estación de ski y mientras el trafico aumentaba, de manera muy inteligente, crearon en toda la zona de Lost Lake y Village una red de carriles bici, pistas y senderos (para todos los usuarios, no solo bicis) excepcional. Esta red admite un gran volumen de usuarios y queda de manifiesto al público, turistas y autoridades, los beneficios de contar con una red de transporte de bajo impacto medioambiental por donde pasan cientos de miles de runners, ciclistas y peatones al año con un índice de conflictos entre los usuarios mínimo.
En 1998 abrió el mejor Bike Park del mundo. Como no, en Whistler. La ebullición de apasionados del deporte construyendo senderos por todo el valle aumentó en número y calidad. Muchos de ellos sin permisos. En esa época Chris Markle se enrolló la manta en la cabeza y estuvo 12 años trabajando como un esclavo, acampando semanas enteras en lo salvaje totalmente solo, enfrentándose a osos y pumas salvajes, a dueños de terrenos que no le dejaban continuar y hasta con el mismo ayuntamiento de Whistler. Pero lo que creó este Trail Builder fue «Confortably Numb» un sendero de 24 kilómetros que se ha convertido en lugar de peregrinaje de toda la cultura del Mountain Bike. Legalizarlo era una auténtica locura, pero con los años logró su cometido: convertirse en un Icono del MTB. Nombrado por la International Mountain Biking Association (IMBA) con el estatus de «Epic Ride», es sin duda el ejemplo de constancia, cabeza y valor en forma de un sendero.
Durante estos años WORCA y todos sus aliados, se centraron en mantener y mejorar los senderos más populares así como en arreglar y ajustar los senderos más problemáticos y peor pensados. A medida que el desarrollo del sector avanzaba, muchos de los negocios empezaban a depender única y exclusivamente de la bici de montaña y fue el momento en el que se gestó el cambio y llegaba ya más turismo de las dos ruedas que de golf, trekking, etc,.. El deporte había crecido tanto que ya no se centraba solo en los tres meses de verano, si no que empezó a tener una demanda muy grande en las tres estaciones que no son blancas.
En 2005 salió a la luz el primer estudio del impacto económico del Mountain Bike en el valle y el propio ayuntamiento decretó una política de «pérdidas netas nulas» en cuanto a senderos se refiere, dándole así la importancia que se merecen. Es decir, el propio ayuntamiento ponía por escrito que no iban a dejar morir ningún sendero por falta de mantenimiento en toda la región, los iban a cuidar como un auténtico tesoro y si había que cerrar algún tramo de alguno de ellos, se compensaría con una extensión del sendero por alguna otra sección del mismo kilometraje. Y así fue como poco a poco, mediante acuerdos entre propietarios de fincas y el gobierno, estudios de impacto medioambiental, financiaciones, cuotas de socios, ayudas, visión de negocio, voluntariados y buena disposición de todos los participantes, se ha conseguido colocar al mountain bike en todo el valle como la primera fuente de ingresos del ayuntamiento en los meses de verano.
Recientemente ha salido un estudio más actual del impacto generado por el Mountain Bike en las zonas de Whistler (Bike Park), Lost Lake, circuitos de Cross-Country y Crankworx (el evento de mountain bike más con más éxito del planeta), no apto para incrédulos del deporte http://www.worca.com/2016-whistler-ei-study/
En este estudio me voy a basar para detallar la moraleja de este cuento tan idílico para todos los que amamos la naturaleza y la bici de montaña. Una moraleja que en España tendría un tono más lúgubre, con muchos protagonistas anónimos que se dieron de frente contra un personaje malvado que podría ser cualquiera; desde la envidia, a la corrupción, tradición, política, burocracia, falta de unidad, de visión, incultura,… Los antagonistas de este país son innumerables.
Este cuento acaba con que en Whistler (solo en el Bike Park) son más de medio millón de forfaits vendidos en 2016 ($69 dólares al día), de los cuales 102.500 son turistas. Casi 47 millones de dólares generados directamente en el Bike Park por los visitantes en sus vacaciones allí (de los cuales más de 18 millones son atribuibles a sueldos y salarios). Prácticamente 400 empleos creados solo en el Bike Park. Pero atribuible al bike park son también los 75.9 millones de dólares indirectamente en actividad económica solamente en la Columbia Británica. Otros 39.3 millones de dólares en producto interior bruto que vienen directos de la temporada estival y más de 14 millones recaudados de impuestos. Ahí es nada. La media de estancia en el bike park es de 6,6 noches, dejándose una media de casi 700$ al día y acumulando 18 millones y medio (solo en gastos de alojamiento, comida y compras) excluyendo los forfaits y el equipamiento de alquiler.
La zona familiar de Lost Lake, dedicado más a las disciplinas de Enduro, tienen una media de visitas de 5,3 noches, gastando una media muy parecida de $676 la noche y generando un impacto económico de 7,8 millones de dólares (solo en gastos de alojamiento y compras, excluyendo los forfaits y el equipamiento de alquiler).
Lo atribuido a los caminos de Cross Country sube la media de visitas a 7,1 noches gastando un total de $896 al día y generando un impacto económico de 12,7 millones de dólares (solo en gastos de alojamiento y compras, excluyendo los forfaits y el equipamiento de alquiler).
Y ahora los números del evento más importante de Mountain Bike: CRANKWORX. El colofón de lo que esta moda ha creado. Una demostración de lo que se puede hacer con determinación, cabeza y visión, juntando en la misma semana a los mejores riders del planeta, con un espectáculo diario, donde aterrizan miles de enamorados del deporte que vienen de cientos de países de todo el mundo a participar, disfrutar y vivir, la celebración del Mountain Bike más espectacular.
Vinieron a verlo y/o a participar en el 130.158 personas. Gastando en una semana más de 14 millones de dólares, creando 126 puestos de trabajo y generando un impacto económico de 26,2 millones de dólares en toda la Columbia Británica. Con una recaudación de impuestos de 4,8 millones y en donde los asistentes al evento estaban una media de 5,5 días en Whistler se gastaron una media de $500 dólares al día.
El resultado del estudio en comparación con el último que se hizo en 2006, muestra un aumento de más del 35% en el bike park y de más del 65% en los senderos de Enduro y XC (Lost Lake).
Así que, que no nos cuenten cuentos. El mountain bike además de un modo de vida sano y perfectamente compatible con la naturaleza, es un modelo económico ejemplar y de crecimiento ilimitado. Hablo del Mountain Bike verdadero, el que transita senderos épicos, en lugares de naturaleza impresionante, bien construidos, buscando fluidez, pasos técnicos y diversión. No del Mountain Bike popular español de interconectar pistas construidas hace décadas y decir que es un rutón. Basta ya de sentirnos como auténticos villanos por bajar por un sendero divertido. Todo esto ha de cambiar. En nuestras manos está que cambie dentro de 10, 20 o 30 años.
Ojalá podamos escribir algún día un post que empiece «Erase una vez en Madrid,…»