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Erase una vez en Whistler

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Lucas Recasens, con su máxima Ride or Die en Whistler 2017

 

Necesito que el título suene como el de un cuento fantástico. Aunque este cuento que os voy a relatar es real. Quiero que suene así porque en España conseguir algo parecido sería pura ficción y prefiero relatar lo ocurrido en Whistler como si de una fantasía se tratara, al menos de momento.

Todo empezó 25 años atrás, cuando el movimiento de las bicis de montaña comenzaron a rodar fuerte por las montañas del North Shore (montañas del norte de Vancouver). Allí nació una moda juvenil, desenfadada, de movimiento vibrante y ecléctico, que se basaba en disfrutar del entorno natural de sus montañas con las bicicletas de montaña de una manera divertida. Reunía una serie de condiciones que lo hacían ser un deporte único y genuino. En esencia, muy parecido al ski, al snowboard, a la escalada o al surf. Un deporte muy ligado a la naturaleza y con un fondo noble y espiritual. Los que empezaron el mountain bike practicaban algunos de estos otros deportes. Y esta es la parte que en España ha fallado de manera estrepitosa. En Vancouver nunca se les vio a estos deportistas como enemigos de la montaña, sino más bien todo lo contrario, gente joven que practicaba un deporte sano y espectacular por un entorno fabuloso ¿Quién en su sano juicio no querría practicar este deporte? ¿Que padre preferiría que sus hijos hicieran otra cosa? Poco a poco se iban construyendo sus caminos por todo el valle que conecta Vancouver con Whistler; Grouce Mountain, Capilano, Squamish, Garibaldi, Whistler y Pemberton, conocido como el corredor «Sea to Sky» y a pocos kilómetros de la ciudad de Vancouver. Todo crecía demasiado rápido, un poco desordenado, senderos muy divertidos pero construidos con deficiencias por falta de materiales, visión técnica, permisos, etc,..

Así empezaron los problemas con autoridades y distintos usuarios del monte, por eso en 1989 Garibaldi Park Management decretó la prohibición de todo uso de la bicicleta de montaña en su reserva. Esta fue la razón por la que se fundó WORCA (Whistler Off Road Cycling Association), un grupo de apasionados del deporte y vecinos de la comunidad que decidieron luchar por sus derechos y empezaron a ordenar, mantener y legalizar todos los senderos del corredor Sea to Sky. Esta asociación con más de 1.800 socios en la actualidad es responsable del crecimiento exponencial del sector de la bici de montaña en todo el mundo, pero particularmente, ha conseguido encumbrar a su comunidad como líder mundial de constructores de senderos específicos para la bici de montaña y liderar el turismo de verano en su país. Ellos son los héroes de este cuento, pero como todos los héroes, tienen también importantes aliados que les echan una mano en momentos difíciles, y fue el RMOW (ayuntamiento de Whistler) los que les ayudaron en los inicios a conseguir sus primeros logros. Algo que aquí en España suena a chiste. ¿Que los que ayudaron a crear esta comunidad basada en el Freestyle y el descenso fueron del ayuntamiento? ¿Políticos? ¿Concejales? Si. Si a todo.

 

 

 

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Isaac, Turro & yo, «loving the trails», Canadá en 2012

 

La comunidad y el ayuntamiento vieron con sus propios ojos los beneficios de este magnífico deporte y de la mano, se unieron para crear el mayor y mejor sistema de senderos de todos los niveles y para todos los públicos del mundo. Al principio contratando a un solo trabajador para mantener y mejorar lo que hacían los voluntarios. Empezaron con las zonas más cercanas a la estación de ski y mientras el trafico aumentaba, de manera muy inteligente, crearon en toda la zona de Lost Lake y Village una red de carriles bici, pistas y senderos (para todos los usuarios, no solo bicis) excepcional. Esta red admite un gran volumen de usuarios y queda de manifiesto al público, turistas y autoridades, los beneficios de contar con una red de transporte de bajo impacto medioambiental por donde pasan cientos de miles de runners, ciclistas y peatones al año con un índice de conflictos entre los usuarios mínimo.

 

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Turro bajando el mítico DH maratón «Garbanzo» en Crankworx 2016

 

En 1998 abrió el mejor Bike Park del mundo. Como no, en Whistler. La ebullición de apasionados del deporte construyendo senderos por todo el valle aumentó en número y calidad. Muchos de ellos sin permisos. En esa época Chris Markle se enrolló la manta en la cabeza y estuvo 12 años trabajando como un esclavo, acampando semanas enteras en lo salvaje totalmente solo, enfrentándose a osos y pumas salvajes, a dueños de terrenos que no le dejaban continuar y hasta con el mismo ayuntamiento de Whistler. Pero lo que creó este Trail Builder fue «Confortably Numb» un sendero de 24 kilómetros que se ha convertido en lugar de peregrinaje de toda la cultura del Mountain Bike. Legalizarlo era una auténtica locura, pero con los años logró su cometido: convertirse en un Icono del MTB. Nombrado por la International Mountain Biking Association (IMBA) con el estatus de «Epic Ride», es sin duda el ejemplo de constancia, cabeza y valor en forma de un sendero.

Durante estos años WORCA y todos sus aliados, se centraron en mantener y mejorar los senderos más populares así como en arreglar y ajustar los senderos más problemáticos y peor pensados. A medida que el desarrollo del sector avanzaba, muchos de los negocios empezaban a depender única y exclusivamente de la bici de montaña y fue el momento en el que se gestó el cambio y llegaba ya más turismo de las dos ruedas que de golf, trekking, etc,.. El deporte había crecido tanto que ya no se centraba solo en los tres meses de verano, si no que empezó a tener una demanda muy grande en las tres estaciones que no son blancas.

 

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Rock Slab en «Top of the World» con Black Tusk al fondo, 2017

 

 

 

 

En 2005 salió a la luz el primer estudio del impacto económico del Mountain Bike en el valle y el propio ayuntamiento decretó una política de «pérdidas netas nulas» en cuanto a senderos se refiere, dándole así la importancia que se merecen. Es decir, el propio ayuntamiento ponía por escrito que no iban a dejar morir ningún sendero por falta de mantenimiento en toda la región, los iban a cuidar como un auténtico tesoro y si había que cerrar algún tramo de alguno de ellos, se compensaría con una extensión del sendero por alguna otra sección del mismo kilometraje. Y así fue como poco a poco, mediante acuerdos entre propietarios de fincas y el gobierno, estudios de impacto medioambiental, financiaciones, cuotas de socios, ayudas, visión de negocio, voluntariados y buena disposición de todos los participantes, se ha conseguido colocar al mountain bike en todo el valle como la primera fuente de ingresos del ayuntamiento en los meses de verano.

 

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Javi Molina convencido de que su Transition puede volar, A-Line, Whistler 2017

 

Recientemente ha salido un estudio más actual del impacto generado por el Mountain Bike en las zonas de Whistler (Bike Park), Lost Lake, circuitos de Cross-Country y Crankworx (el evento de mountain bike más con más éxito del planeta), no apto para incrédulos del deporte http://www.worca.com/2016-whistler-ei-study/

En este estudio me voy a basar para detallar la moraleja de este cuento tan idílico para todos los que amamos la naturaleza y la bici de montaña. Una moraleja que en España tendría un tono más lúgubre, con muchos protagonistas anónimos que se dieron de frente contra un personaje malvado que podría ser cualquiera; desde la envidia, a la corrupción, tradición, política, burocracia, falta de unidad, de visión, incultura,… Los antagonistas de este país son innumerables.

 

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La red de caminos de enduro y XC es mucho más extensa de lo que solo existe en el Bike Park. Aquí Turro experimentándo las sensaciones en «Half Nelson», Squamish

 

Este cuento acaba con que en Whistler (solo en el Bike Park) son más de medio millón de forfaits vendidos en 2016 ($69 dólares al día), de los cuales 102.500 son turistas. Casi 47 millones de dólares generados directamente en el Bike Park por los visitantes en sus vacaciones allí (de los cuales más de 18 millones son atribuibles a sueldos y salarios). Prácticamente 400 empleos creados solo en el Bike Park. Pero atribuible al bike park son también los 75.9 millones de dólares indirectamente en actividad económica solamente en la Columbia Británica. Otros 39.3 millones de dólares en producto interior bruto que vienen directos de la temporada estival y más de 14 millones recaudados de impuestos. Ahí es nada. La media de estancia en el bike park es de 6,6 noches, dejándose una media de casi 700$ al día y acumulando 18 millones y medio (solo en gastos de alojamiento, comida y compras) excluyendo los forfaits y el equipamiento de alquiler.

 

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Dani Castellanos, 12 años y un auténtico «shredder» local en los meses de verano. No dejéis de ver: 

 

La zona familiar de Lost Lake, dedicado más a las disciplinas de Enduro, tienen una media de visitas de 5,3 noches, gastando una media muy parecida de $676 la noche y generando un impacto económico de 7,8 millones de dólares (solo en gastos de alojamiento y compras, excluyendo los forfaits y el equipamiento de alquiler).

Lo atribuido a los caminos de Cross Country sube la media de visitas a 7,1 noches gastando un total de $896 al día y generando un impacto económico de 12,7 millones de dólares (solo en gastos de alojamiento y compras, excluyendo los forfaits y el equipamiento de alquiler).

Y ahora los números del evento más importante de Mountain Bike: CRANKWORX. El colofón de lo que esta moda ha creado. Una demostración de lo que se puede hacer con determinación, cabeza y visión, juntando en la misma semana a los mejores riders del planeta, con un espectáculo diario, donde aterrizan miles de enamorados del deporte que vienen de cientos de países de todo el mundo a participar, disfrutar y vivir, la celebración del Mountain Bike más espectacular.

 

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Así estaba Crankworx 2017 para el «Speed & Style»

 

Vinieron a verlo y/o a participar en el 130.158 personas. Gastando en una semana más de 14 millones de dólares, creando 126 puestos de trabajo y generando un impacto económico de 26,2 millones de dólares en toda la Columbia Británica. Con una recaudación de impuestos de 4,8 millones y en donde los asistentes al evento estaban una media de 5,5 días en Whistler se gastaron una media de $500 dólares al día.

El resultado del estudio en comparación con el último que se hizo en 2006, muestra un aumento de más del 35% en el bike park y de más del 65% en los senderos de Enduro y XC (Lost Lake).

 

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María Calleja, Chus Castellanos y Dani castellanos a punto de gozarlo por la montaña rusa mágica canadiense, el A-Line. Whistler 2017

 

Así que, que no nos cuenten cuentos. El mountain bike además de un modo de vida sano y perfectamente compatible con la naturaleza, es un modelo económico ejemplar y de crecimiento ilimitado. Hablo del Mountain Bike verdadero, el que transita senderos épicos, en lugares de naturaleza impresionante, bien construidos, buscando fluidez, pasos técnicos y diversión. No del Mountain Bike popular español de interconectar pistas construidas hace décadas y decir que es un rutón. Basta ya de sentirnos como auténticos villanos por bajar por un sendero divertido. Todo esto ha de cambiar. En nuestras manos está que cambie dentro de 10, 20 o 30 años.

Ojalá podamos escribir algún día un post que empiece «Erase una vez en Madrid,…»

 

Ruta del Cacao

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Verde, exhuberante y llena de vida, así es la ruta del cacao. Un viaje que recorre la zona sur del estado de Bahia, la región más importante en producción de cacao en Brasil así como  uno de los únicos lugares del mundo que conserva la Mata Atlántica, una de las selvas más amenazadas del planeta (solo encontrada en Argentina, Paraguay y Brasil).

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Una costa muy poco conocida por el turismo masivo pero muy familiar para todos aquellos que aman la naturaleza, el mar y la cultura baiana. La ruta comienza en Ilheus, la ciudad más importante de la época dorada del cacao, famosa por ser la ciudad que vio nacer a Jorge Amado y que conserva todavía joyas como la catedral de San Sebastián, el teatro municipal o el famoso bar Bataclán. Si seguimos la ruta hacia el norte, nos adentramos en el corazón de la APA (Area Ambiental Protegida) de Serra Grande, zona declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO para la conservación de la Mata Atlántica. De este antiguo bosque neotropical que solía cubrir más del 15% del territorio de Brasil (recordemos que es el 5º país más grande del mundo), hoy en día solo se conserva un 7% del área original (si, hemos devastado el 93% restante).

Por eso allí nos encontramos con la Fazenda Juerana Milagrosa. Una hacienda ecológica que nace del amor a la conservción de este ipresionante lugar, con habitaciones cómodas pero sencillas, una agradable sala común y un restaurante vegetariano donde el 99% de los ingredientes son orgánicos y provienen de la misma finca. Una antigua hacienda de cacao comprada por sus actuales dueños en el año 2.000 solo para impedir que se siga talando y exterminando este importante entorno en pro de otras formas más rentables de explotar tierras como la ganadería o el monocultivo. Hoy en día sigue produciendo un cacao 100% ecológico y ofrece opciones de trekking muy interesantes, baños en cascadas espectaculares, descenso en kayak hasta playas paradisíacas y en definitiva, una conexión con el mundo natural muy especial.

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Alrededor de Serra Grande tenemos otras opciones de alojamiento de distintas categorías como lo es el Txai Hotel, que pertenece a la lujosa cadena de Relais and Chateaux, con un nivel de servicios excelente, en un lugar privilegiado que sin duda hará las delicias del cliente más exigente. Todo siempre bajo el paraguas de la conservación y el respeto a este hábitat tan amenazado y único en el mundo, que en este caso también está involucrado en un importante proyecto para la conservación de tortugas marinas; Proyecto Tamar (www.tamar.org.br/)

En esta zona que recorre desde Ilheus hasta Salvador, el cacao está presente en los paisajes, en la economía y en la cultura de cada lugar, aunque quizás donde más se palpa es en Taboquinhas, un pequeño pueblo al interior de Itacaré a orillas del río Contas donde el cacao se escribe con mayúsculas. Allí, además de un raffting divertidísimo clase IV, existen varias haciendas que explican al detalle el proceso de cómo el cacao se convierte en chocolate. La planta crece con un método tradicional denominado «cabruca», un sistema de agricultura basado en crecer las plantas de cacao bajo la sombra de los grandes árboles de la Mata Atlántica mediante un proceso de limpieza de matorrales y arbustos pequeños. Gracias a este método (y a pesar de introducir ciertos cambios en la alimentación y comportamiento de las más de 1.600.000 especies que viven en él), el cultivo del cacao es el responsable de que hoy en día todavía se conserve ese 7% de un hábitat tan crucial para nuestro planeta. -Se calcula que 120 millones de personas dependen de este ecosistema (la segunda selva más amenazada del planeta), ya que es la selva quien regula el clima, la temperatura, la estación seca y lluviosa, los acuíferos que abastecen de agua a las grandes ciudades y la fertilidad de los campos.-

En Taboquinhas se encuentra la Hacienda Vila Rosa, una hacienda-palacete con más de 150 años de historia en la que Bibi, el encargado de la finca (y heredero directo del antiguo terrateniente) es el que te lleva de paseo por sus campos, fábrica y hasta por las habitaciones del hotel con historias que te hacen sentir como en 1900. Todo esto en un lugar mágico rodeado por piscinas naturales, una densa vegetación y la niebla tan característica del río Contas.

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En su desembocadura encontramos Itacaré, conocido en el mundo entero por sus olas y playas paradisíacas como Tiririca o Jeribucaçu, lugar de culto para surferos y artesanos que buscan un sitio donde conectar con la naturaleza y alejarse de las grandes ciudades. Un pueblo que conecta mediante un trekking inolvidable de varias horas cascadas, playas, selvas, buceo y  hoteles y restaurantes con muy buena onda. Un pequeño pueblo de calles de arena que mantiene aún el encanto de un pueblo de pescadores, todo ello rodeado de esa espesa selva baiana.

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Siguiendo al norte, nos encontramos con otro lugar mágico; la península de Maraú. Un idílico lugar para terminar la ruta cultural del cacao en lo que son algunas de las mejores playas del litoral brasileño, con una laguna de agua dulce a un lado y en el otro, un mar bravo perfecto para surfear y pescar, combinado también con arrecifes que forman piscinas naturales perfectas para el baño. Todo en pousdas tan especiales como Lagoa do Cassange, perfectamente localizada frente a una de esas piscinas naturales de arrecifes y especializada en turismo colaborativo con comunidades locales, con un proyecto-escuela para llenar el tiempo libre de los niños y jóvenes de Maraú, especialmente Involucrados en el medio ambiente y en mantener su identidad, costumbres y raíces. La posada cuenta con una oferta de excursiones muy interesantes como pesca tradicional con pescadores locales, o noches de samba con las comunidades cercanas.

Todo viaje tiene su fin y que mejor final que en la ciudad de Salvador, en el mítico barrio del Pelourinho, con una buena batucada y una caipirinha, gastando tu tarjeta de memoria fotografiando cada tejado, esquina o lucha de capoeira. Perdido en una puesta de sol en Barra o dando una ofrenda a la diosa Yemanyá en Río Vermelho. Comprando un recuerdo en cualquiera de sus mercados con sus pulseras de colores, estatuas de dioses o collares de semillas. Cenar una deliciosa moqueca junto con una Bohemia y escuchar una canción de Vinicius mientras dices adiós a los baianos, esperando recordar por un tiempo al menos, su eterna sonrisa.